uno del "loco Lopez" (un cuento, de un alumno)
EL COMPLOT
El típico ajetreo del ir y venir de la gente, autos, camiones, etc., se hace sentir con mayor intensidad a esa hora del atardecer, cuando la gente vuelve toda desaforada de sus agotadores trabajos u obligaciones del día.
Un joven de unos 16 años va caminando. Da la sensación de que camina en sentido contrario a la multitud. El también se da cuenta de esto, y hunde con fuerza sus manos en los bolsillos de un gastado jean que parece esforzase por mantenerse en pie.
Sigue caminando, intenta mirar la cara a la gente, pero no, no puede, la gente lo ignora. Miran sus relojes, el piso, hablan con alguien, van leyendo y muchas otras cosas mas. Pero nadie parece notar su presencia. Nadie lo mira, parecen un ejercito con un fin planeado, un complot con el único y primordial propósito....ignorarlo.
Siente un sabor amargo en la boca, frunce el ceño, y hunde aun mas sus manos en las profundidades abismales de las aberturas textiles.
Toma por otra calle un tanto mas tranquila por suerte. En esta divisa en la lejanía una pequeña silueta, se esfuerza por mirar, pero no lo logra. Al doblar el sol le a quedado en frente y lo ciega.
Continúa con su andar lento y solitario.
Patea una piedrecilla durante unos metros, asta que la misma cae en un hueco. Pareciera que esto es parte del mismo complot de la calle anterior.
Ya cerca de lo que antes era una silueta, se da cuenta que es un perro, viejo y descuidado. La cara del perro expresa una superioridad que lo intimida, pero se alegra, el animal lo ha mirado a los ojos, ahora sabe que exista, es visible, tocable, etc., el sabor amargo de su boca termina por escurrirse en sus fauces.
Se cruzan, caminan unos metros en sentidos opuestos, el quiere saber que acontece a sus espaldas en ese momento, toma fuerzas, y gira la cabeza.
El perro se ha detenido y lo mira, un escalofrío le sube por la espalda hasta la nuca y permanece allí un instante. Se detiene el también, pero sin mirar al canino, piensa en algo, se ríe para sus adentros y continua marchando.
Llega a un cruce, mira a ambos lados, de un lado, nada, del otro a lo lejos un camión. Baja el cordón y se dispone a cruzar, cuando un crujido de hojas lo detiene, un sonido que en otro momento seguramente lo ignoraría, pero hoy no.
Se esfuerza por no mirar y caminar, pero nuevamente el mismo ruido, esta vez mas fuerte y cerca, se lo impide.
Se da vuelta rápidamente, el cuadro lo asusta, el perro de ase un instante, tiene los ojos clavados en el, y le muestra unos grandes y filosos dientes.
Parece sacado de una película de terror.
Se lanza a correr, pero en el tiempo transcurrido, aquel camión que se encontraba lejos, ahora se halla cerca, mas de lo deseado.
Una frenada y un ruido ensordecedor es lo siguiente que se escucha. Algunas personas corren al lugar donde yace tendido, lo miran y le hablan. Pero no los escucha solo ve sus labios moverse desesperadamente, sus voces se pierden en su alegría, por fin la gente le presta atención, eso que el tanto deseaba. Es feliz, pero le dura poco, pestañea varias veces, y deja caer suavemente sus párpados.
El perro se da vuelta, camina pesadamente, como satisfecho por haber complido con un unico y primordial fin de un complot.
El típico ajetreo del ir y venir de la gente, autos, camiones, etc., se hace sentir con mayor intensidad a esa hora del atardecer, cuando la gente vuelve toda desaforada de sus agotadores trabajos u obligaciones del día.
Un joven de unos 16 años va caminando. Da la sensación de que camina en sentido contrario a la multitud. El también se da cuenta de esto, y hunde con fuerza sus manos en los bolsillos de un gastado jean que parece esforzase por mantenerse en pie.
Sigue caminando, intenta mirar la cara a la gente, pero no, no puede, la gente lo ignora. Miran sus relojes, el piso, hablan con alguien, van leyendo y muchas otras cosas mas. Pero nadie parece notar su presencia. Nadie lo mira, parecen un ejercito con un fin planeado, un complot con el único y primordial propósito....ignorarlo.
Siente un sabor amargo en la boca, frunce el ceño, y hunde aun mas sus manos en las profundidades abismales de las aberturas textiles.
Toma por otra calle un tanto mas tranquila por suerte. En esta divisa en la lejanía una pequeña silueta, se esfuerza por mirar, pero no lo logra. Al doblar el sol le a quedado en frente y lo ciega.
Continúa con su andar lento y solitario.
Patea una piedrecilla durante unos metros, asta que la misma cae en un hueco. Pareciera que esto es parte del mismo complot de la calle anterior.
Ya cerca de lo que antes era una silueta, se da cuenta que es un perro, viejo y descuidado. La cara del perro expresa una superioridad que lo intimida, pero se alegra, el animal lo ha mirado a los ojos, ahora sabe que exista, es visible, tocable, etc., el sabor amargo de su boca termina por escurrirse en sus fauces.
Se cruzan, caminan unos metros en sentidos opuestos, el quiere saber que acontece a sus espaldas en ese momento, toma fuerzas, y gira la cabeza.
El perro se ha detenido y lo mira, un escalofrío le sube por la espalda hasta la nuca y permanece allí un instante. Se detiene el también, pero sin mirar al canino, piensa en algo, se ríe para sus adentros y continua marchando.
Llega a un cruce, mira a ambos lados, de un lado, nada, del otro a lo lejos un camión. Baja el cordón y se dispone a cruzar, cuando un crujido de hojas lo detiene, un sonido que en otro momento seguramente lo ignoraría, pero hoy no.
Se esfuerza por no mirar y caminar, pero nuevamente el mismo ruido, esta vez mas fuerte y cerca, se lo impide.
Se da vuelta rápidamente, el cuadro lo asusta, el perro de ase un instante, tiene los ojos clavados en el, y le muestra unos grandes y filosos dientes.
Parece sacado de una película de terror.
Se lanza a correr, pero en el tiempo transcurrido, aquel camión que se encontraba lejos, ahora se halla cerca, mas de lo deseado.
Una frenada y un ruido ensordecedor es lo siguiente que se escucha. Algunas personas corren al lugar donde yace tendido, lo miran y le hablan. Pero no los escucha solo ve sus labios moverse desesperadamente, sus voces se pierden en su alegría, por fin la gente le presta atención, eso que el tanto deseaba. Es feliz, pero le dura poco, pestañea varias veces, y deja caer suavemente sus párpados.
El perro se da vuelta, camina pesadamente, como satisfecho por haber complido con un unico y primordial fin de un complot.
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